Para sentirse lleno de vida, hemos de vaciarnos de lo que yo se aferra, se identifica ya que para el instante queda obsoleto en ese latido entre la no existencia-existencia, existencia-no existencia. Ese latido es una cruz, es un corazón, con cuatro cavidades, dos se llenan y dos se vacían. El yo malinterpreta a la cruz como victimismo, y al cuadrado para cuadrarse, pararse y así el yo interrumpe ese movimiento y se queda lleno de toda unas identificaciones, creencias de cómo son las cosas; se identifica con un cuerpo, con unas emociones, con unos pensamientos y con una identidad, yo soy tal, yo soy de esta manera yo soy… y con todas esas identificaciones confunde lo que yo soy y estoy. Ese ser que se expresa y que esa expresión informa que genero y así voy afinando el transito coherente. Discerniendo donde estoy y donde creo que estoy. La coherencia es el fruto de esa conectividad entre afuera y adentro, creando lo mejor.
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