Hay vida después de la muerte del yo.
No estoy hablando de la muerte física, sino de ese momento donde hay decepción. Todo lo que uno creía hasta el momento empieza a tambalearse.
Uno empieza a dudar de todo esa duda existencial de desde donde hago lo que hago, porque uno empieza a reconocer los mecanismos que el Yo hace comuna trampa en sus interpretaciones del día a día y ahí hay la oportunidad de vaciarse.
Ese vaciarse se siente como una muerte. Porque, precisamente, todos los mecanismos de defensa estaban precisamente para sobrevivir, para no llevarnos a ese límite.
Si tenemos la lógica que nos sostenga en ese momento, hay vida después de esa muerte, porque ahí se va a morir un modelo de mundo para abrirse a otro nuevo.
Bienvenidos a Tecnología Existencial.