De las restricciones y represiones donde se demonizaban aspectos como la sexualidad, con tabúes que prohibían en lo individual como en lo social, se ha pasado a una sobreprotección y permisividad donde aquello demonizado se alienta y favorece.
En nombre de la libertad se favorece a la confusión, a un todo vale, y un todo es posible.
Esta libertad está basado en no traumatizar, en no frustrar, en no dañar, en llenarse la boca de confianza, de empoderamiento, de respecto. Esta moda, esta tendencia de sobreproteger confunde lo que debe ser considerado y lo que debe ser limitado.
Esa libertad de “puedes todo”, pone en una sobrevaloración que va a rebotar en desvaloración, así el suicidio y la depresión aumentan como causas de muerte.
Los excesos, el abuso de drogas, de pantallas lanza a una velocidad que hace sentir libre, informado, vital cuando es una apariencia, ya que deja vacío, más acelerado- angustiado- insensible- hipersensible, más reactivo-anestesiado.
Esta reactividad es no asumir la falta estructural. Esta falta es un límite. Algo falta y crea una situación a explorar. Se reacciona queriendo más o genera una frustración tan grande que enfada, entristece, frustra mal y es un autorechazo y rechazo a la vida tal cual es.
El autorechazo es debido a una idealización, una fantasía de cómo debería ser, cómo deberían ser los demás, cómo deberían ser las situaciones debido a la sobrevaloración, que esconde de verdad el pulso de mejora continua que tiene la vida en sí misma.
“Estos deberías” dan presión en uno mismo, en las relaciones en que desde la imposición a la ruptura, las relaciones se tornan estresantes.
La aceptación de quién soy implica reconocer mis límites y los límites de los demás. Así ni me angustiaría de lo que puedo dar ni pediría al otro lo que no es posible que me dé.
Cuando me siento limitado, es porque necesito límites.
En este taller vamos a abrir el punto del Deseo neurótico y Castración de la Demanda de lo materno, para permitir el Deseo de Existir y la Autoaceptación.
