La intuición es esa capacidad de vaciarme de todo lo que creo saber, de todo lo que temo, de lo que me preocupo y en esa capacidad de vaciarme, de dejarlo en pausa, en silencio, permito que acceda a una información del futuro. Es preguntarme delante de esta situación cuál es su envergadura sobre mi vida. Entonces esa intuición tiene esa percepción. Esta es una intuición elaborada. Normalmente en la vida cuando a uno algo le llama la atención es como si en esa reacción hay esa intuición que está indicando algo, lo que ocurre es que el yo luego lo distorsiona y en esa distorsión ya esa intuición ya se desvirtúa y puede hacer que generemos una acción que ya no es coherente con esa intuición. Pero esa intuición es el contínuo latido de la vida, la contínua percepción de quienes somos, que nos guía que nos orienta en ese oriente que es de donde sale el sol, es como si tenemos esa visión del sol, ese resolver esa situación de ese ver el sol de una nueva manera. Cuando uno dice tengo que escuchar a mi intuición para escuchar esa intuición tengo que conocer el yo, sus identificaciones, porque ahí es donde uno se desvía, es como decir una persona tiene la intuición de que tal cosa puede ser buena, pero en lugar de aprovechar esa situación para su proyecto se puede desviar en que me gusta esta persona, entonces uno puede establecer una relación cuando en realidad esa relación era para otra cosa. Entonces es como que continuamente esa intuición ha de ser preguntada para confirmar realmente que es lo que esa intuición me está indicando y que el yo no lo aproveche como un desvío o una efusión de que bien o que mal sino que la intuición tiene ese sabor por esa sabiduría de profundizar en donde me estoy dirigiendo, si me estoy dirigiendo a este presente, a este instante entonces puedo profundizar en lo que este instante me está diciendo, aportando, informando para que esa pregunta y esa respuesta vaya teniendo su conversación y la claridad se dé.
